Es evidente que salir a pasear al campo y rodearse de la Magia que nuestra Madre Naturaleza nos brinda, es un auténtico placer. Impregnarse de todos sus aromas, sus sonidos y sus vivos colores es una bendición para el cuerpo.
Ser consciente de la voz del río y del viento prestándonos sus palabras; mezclarse con la esencia del bosque, con los espíritus de la lluvia y de toda criatura viva de cualquier especie animal, y saber sacar lo mejor de su naturaleza.
Toda forma viva es energía en constante cambio que se manifiesta en la materia y fluye siempre hacia algo capaz de mayor expresión, desarrollo y revelación del mundo espiritual. Hemos sido creados para contribuir a la evolución de todas las formas vivas y favorecer su capacidad para revelar de modo más perfecto la verdad que se encuentra en el corazón del auténtico Ser.
EL GRAN ESPÍRITU DEL BOSQUE NOS TRANSMITE:
Yo aparezco en la tierra, en el mar, en la luz de las estrellas y en el sol. Aparezco en las montañas y en la lluvia que refresca el desierto. Soy la piedra y la estrella. Soy pájaro y pez; mar y cielo. Eternamente Uno.
Me desdoblo, me multiplico, me refracto como un rayo de Luz a través del prisma de múltiples gotas de agua, perlas suspendidas en la más alta esfera de la tierra. Resplandeciente vengo a conmover la superficie del mundo material con un vibrante coro multicolor de hombres y mujeres luminosos, creados para dotar a esta danza sagrada de las formas atómicas; de orden, de belleza, gracia y Amor.
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